El nivel educativo en España presenta un panorama desigual. En 2023, en el extremo superior de la escala, el 52% de las personas de entre 25 y 34 años poseían un título terciario, que generalmente es un título universitario, pero a veces puede ser una titulación profesional, superando con creces el promedio de la OCDE del 47%. Sin embargo, en el extremo inferior, el 26% del mismo grupo de edad no había completado los dos últimos años de educación secundaria (de 16 a 18 años), una cifra considerablemente superior al promedio de la OCDE, que es del 14%.
A pesar de que este alto porcentaje de personas con solo educación básica (la edad mínima legal para abandonar los estudios es de 16 años) es significativamente inferior al de 2016, cuando el porcentaje era del 35%, el número de aquellos con educación terciaria ha aumentado desde el 41%.
Aunque los que tienen una educación limitada enfrentan dificultades para encontrar empleo, el problema para muchos graduados es que, a menudo, se encuentran sobrecalificados para los trabajos que logran conseguir en un país con una tasa de desempleo aún alta (cerca del 12%, el doble del promedio de la UE). En 2023, la tasa de sobrecualificación en España fue la más alta de la UE, con un 34%, muy por encima del promedio del bloque, que es del 21%. Esta situación ha permanecido prácticamente inalterada durante más de una década. Este grave desajuste entre las cualificaciones y el campo de estudio entre los graduados universitarios lleva a que los más talentosos y audaces emigren en busca del empleo que desean.
Estas cifras provienen del último informe de la OCDE, “Education at a Glance”, publicado el mes pasado, que permite realizar comparaciones internacionales entre 38 países. Al mismo tiempo, el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) de este organismo, evalúa el rendimiento de los estudiantes de 15 años en matemáticas, ciencias y lectura. Las últimas pruebas se realizaron en 2022 y los resultados se publicaron en diciembre del año pasado.
Entre los demás grandes países de la UE, España tiene, con diferencia, el mayor porcentaje de personas de 25 a 34 años con una educación secundaria inferior y, junto con Francia, también el porcentaje más alto de personas con estudios terciarios. Las tasas de educación inferior a la secundaria son del 11% en Francia, 16% en Alemania, 20% en Italia y 5% en Polonia. En cuanto a la educación terciaria, los porcentajes son del 52%, 38%, 30% y 46%, respectivamente.
Es un axioma que cuanto mayor es el nivel educativo, mejores son las perspectivas de empleo. En España, el 63% de las personas de entre 25 y 34 años que no tienen un título de educación secundaria superior están empleadas, un poco por encima del promedio de la OCDE del 61%, mientras que el 71% de aquellos con una calificación de educación secundaria superior o no terciaria postsecundaria (promedio de la OCDE del 79%) tienen empleo. El nivel educativo también se refleja en los salarios: el 33% de las personas de entre 25 y 64 años en España con solo educación básica ganan la mitad o menos del ingreso medio, en comparación con el 26% de los trabajadores que no abandonaron la escuela a la edad mínima.
La crisis financiera global de 2008 y el estallido simultáneo de la burbuja inmobiliaria en España hicieron que muchas familias comprendieran la importancia de la educación. Muchos de los que perdieron sus empleos en el sobredimensionado sector de la construcción habían dejado la escuela a los 16 años y tuvieron dificultades para encontrar trabajo en otros sectores. Dependiendo de su edad y circunstancias, algunos continuaron con su educación. La tasa de jóvenes entre 18 y 24 años que ni estudian ni trabajan (NEET, por sus siglas en inglés) en España cayó del 23,2% en 2016 al 17,8% en 2023, una disminución más pronunciada que en el conjunto de la OCDE (del 15,8% al 13,8%).
En las pruebas PISA, el rendimiento de España ha empeorado a lo largo de los años. Los puntajes medios en las pruebas de 2022 fueron más bajos que en las primeras pruebas de cada materia realizadas hace unos 20 años. Los resultados más recientes son ligeramente superiores al promedio de la OCDE en matemáticas, un poco por encima en lectura y en línea con el promedio en ciencias.
Los resultados por regiones muestran diferencias marcadas. Castilla y León, por ejemplo, obtuvo puntajes sustancialmente por encima de los tres promedios de la OCDE, mientras que los resultados en las Islas Canarias estuvieron muy por debajo en las tres áreas. El puntaje de Castilla y León en matemáticas fue superior al de los Países Bajos y en ciencias, mejor que el del Reino Unido. Esta región no es una de las más ricas de España, y sus altos puntajes parecen sugerir que gestiona mejor la educación (transferida a las regiones) y que sus profesores son más eficaces
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